El Club Cocherito de Bilbao rinde homenaje a la ganadería de Dolores Aguirre y reconoce su aportación a la seriedad, emoción e interés de la tauromaquia

El Club Cocherito de Bilbao ha homenajeado a la ganadería de Dolores Aguirre, en la persona de su hija y titular actual, Isabel Lipperheide, en el transcurso de los actos celebrados los pasados días 10 y 11 de enero, en los que se ha reconocido su trayectoria impecable, la integridad, trapío y bravura de sus toros y, con ello, la aportación que ha realizado a la seriedad, emoción e interés de la tauromaquia. Javier Nebreda, nuevo presidente del Club Cocherito, destacó en los actos de homenaje —durante el almuerzo anual de los socios y socias de le entidad y en el coloquio previo— la contribución de la ganadería de Dolores Aguirre al desarrollo de la fiesta, a la que ha aportado “un toro que nos emociona, que tiene interés; un toro de Bilbao, como se decía antes y se sigue diciendo, y que se reconoce en todo el mundo”.

El trofeo concedido por el Club Cocherito a la ganadería de Dolores Aguirre (emblema de integridad y verdad, según reza la placa) fue entregado a Isabel Lipperheide por el matador Damián Castaño, que acompañó al conjunto de socios y socias que se dieron cita en el encuentro. Asistió, asimismo, Antonio Bañuelos, que destacó la adhesión al homenaje de los 350 ganaderos que integran la Real Unión de Criadores de Toros de Lidia, que él preside. Los actos de reconocimiento estuvieron precedidos de la tradicional misa oficiada en recuerdo a los socios del Club fallecidos en el último año, a cuyo término un dantzari bailó el aurresku en honor a la ganadera.

El toro de Bilbao

El toro de Bilbao es íntegro, astifino, bien armado de cabeza, con volumen, musculoso, se comporta de manera brava en el caballo y es obediente en la muleta. Así describió Javier Nebreda el modelo de toro que gusta a la afición de Bilbao en la presentación del coloquio en el que intervinieron la propia Isabel Lipperheide; Eneko Andueza, aficionado, socio cocherista (también fue miembro de su Junta Directiva) y autor del libro “Dolores Aguirre, palabra de ganadera”, publicado en 2014; y Javier Molero, expresidente del Club y conocedor de la ganadería homenajeada. Molero presidió un importante número de corridas en plazas del sur de Francia, entre los años 1993 y 2014, en las que se lidiaron toros de Dolores Aguirre.

“La ganadería de Dolores Aguirre —rememoró Javier Nebreda en el coloquio— es, sin duda, la más prestigiosa de España en el encaste Conde de la Corte – Atanasio. Sus toros pastan en el campo sevillano de Constantina, donde el matrimonio formado por Dolores Aguirre y Federico Lipperheide adquirió una finca en el año 1976 y al año siguiente, animados y aconsejados por el maestro Antonio Ordóñez, amigo de la familia, compró la vacada que tenía entonces María Teresa Osborne, condesa de Donadío. Unos meses más tarde —añadió— incorporaron a la vacada dos sementales del Conde de la Corte, yendo directamente a la fuente original de la ganadería: “Alí”, que murió enseguida, y otro, renombrado “Tamarís”. Desde entonces y hasta ahora —concluyó el presidente del Club Cocherito— la ganadería de Dolores Aguirre ha tenido un serial de éxitos y hoy es una de las más apreciadas por los aficionados”.

Isabel Lipperheide argumentó ante los asistentes al coloquio las características originarias de la ganadería y la evolución que ha experimentado. Dijo, en este sentido, que la ganadería que su madre compró a la condesa de Donadío estaba conformada por toros del gusto de las figuras, muy nobles y con muy poca fuerza. “En aquellas corridas de los primeros años, mi madre estaba avergonzada porque pensaba que un toro así era lo peor que le podía pasar”, afirmó. “Tenía la obsesión de que el toro no se cayera y optó por refrescar la ganadería con los dos sementales del Conde de la Corte. Y, poco a poco, lo fue haciendo, siendo estricta, muy estricta, en la selección de las vacas. Creó, así, una ganadería a su imagen y semejanza, con toros con mucha personalidad, como ella tenía. Compartía muy poco sobre la ganadería; lo quería hacer ella sola. No preguntaba, ni pedía opiniones. Hacía lo que creía que tenía que hacer. Le gustaba el toro con fuerza, que transmitiera emoción, un toro íntegro… Y en aquella época —dijo la ganadera— ya empezaba a escasear esa condición. Hizo una labor impresionante y le salió fenomenal”.

Preguntada sobre cuál ha sido el día que se ha sentido más feliz desde que, en 2013, asumiera la titularidad de la ganadería por el fallecimiento de su madre, Isabel Lipperheide indicó que “todo es mejorable; nunca me han salido los seis toros de una misma corrida como a mí gustaría, pero uno de los días que he estado más contenta ha sido en San Agustín del Guadalix, el año pasado, en 2024. Yo, normalmente, lo paso muy mal y ese día disfruté de la corrida”.

Conocer el toro

Javier Molero conoció personalmente a Dolores Aguirre en 1993 durante su debut como presidente de una corrida en Vic-Fezensac, con reses de esta ganadera y “en la que ocurrió de todo”: comenzó con problemas desde el primero momento y terminó de manera épica bajo una tormenta impresionante al final de la lidia y con un público entregado que aguantó en sus localidades a pesar del diluvio. Y se retiró de esas funciones, en 2014, en esa misma plaza francesa y también con toros de Dolores Aguirre, tras una corrida, con resultado distinto y de cuyas consecuencias se habla en el prólogo del libro de Eneko Andueza, que Javier Molero escribió.

En su intervención, Javier Molero destacó que con el toro de Dolores Aguirre nunca te aburres. “Tiene un gran atractivo para el aficionado al que le gusta el toro por encima de todo: muchos matices y fuerza; no es agresivo ni tiene malas intenciones; mantiene su fondo de casta noble de Atanasio, del conde de la Corte… y a los toreros les pide el carné, no tanto por valentía sino por conocimiento. Al toro de Dolores Aguirre —afirmó— hay que darle las distancias, los terrenos, la colocación y cuando marca mucho las querencias, saber romperlas o explotarlas. Aquel torero que es capaz de hacer eso, triunfa. Y el aficionado —añadió— es lo que quiere: emoción y ver a un hombre que sabe lo que tiene delante y que le da importancia al toro. Y por ese motivo, hay un grupo de aficionados, importantísimo, que ve en esta ganadería una de sus preferidas, porque nunca te deja indiferente”.

Sin embargo, según se expuso en el transcurso del coloquio, los toros de Dolores Aguirre se encuentran alejados de las preferencias de las grandes figuras. Javier Molero aportó su teoría al respecto: “el que está arriba lo está por méritos propios y, de alguna manera, podría lidiar con prestancia y dominio cualquier tipo de toro. Yo quiero creer eso; ahora bien —añadió— se acomodan a lo que es más factible para triunfar y cortar orejas, porque todo se resume en cortar orejas”.

“El toro de Dolores Aguirre es noble porque proviene de un encaste noble que no ha tenido una leyenda negra y que, si le das lo que pide, responde y transmite en la embestida. Si un torero de la parte alta del escalafón triunfa con una corrida de Dolores Aguirre, por ejemplo, conseguiría el doble de resonancia que con una ganadería de otros encastes, a los que está habituado”.

El respeto de la afición

Como conocedor de la ganadería homenajeada, Eneko Andueza puso de relieve en su intervención ante el público cocherista reunido en el coloquio la inmensa fortuna que ha tenido la afición al contar entre sus filas con una persona de la talla de Dolores Aguirre. “Y es una suerte adicional que Dolores haya sabido transmitir de manera tan fehaciente su afición y conocimientos a Isabel. No es casualidad —dijo— que esta ganadería se haya mantenido en la trayectoria, nivel y categoría durante sus casi 50 años. Los que nos consideramos ortodoxos de esto, manifestamos nuestro respeto y admiración. Conocemos muchas ganaderías —añadió— que han pasado de mano en mano dentro de la propia familia pero hay muy pocas, casi en ninguna, en las que la segunda generación, como en este caso, goce del respeto que la afición concede a Isabel. No es casualidad ni se gana de un día para otro. El toro de Dolores Aguirre hace mucha falta en la fiesta”.

“Lo cierto —afirmó Eneko Andueza— es que hay un elemento común en prácticamente la totalidad de los toros de Dolores Aguirre: la casta, que es la base fundamental que te transmite ese punto de emoción, de importancia, de verdad, que conjuntamente con la integridad crea la fórmula perfecta para que la tauromaquia tenga sentido, esa razón de ser como pilar fundamental que le convierte en un espectáculo único”.

“Me atrevo a decir también —añadió— que habrá muy pocos ganaderos en la historia de este país que hayan conseguido que su ganadería esté hecha a la imagen y semejanza de su persona y de su manera de concebir la fiesta de los toros”. En su opinión, un ganadero debiera ser, por encima de cualquier cosa, un extraordinario aficionado. Hay muchos ganaderos, dijo, pero pocos los que pueden ejercer como los aficionados que son. “Dolores Aguirre lo pudo hacer y eso da buena muestra de dos cosas: la primera, que no se hizo ganadera con ánimo de lucro; y la segunda, que su principal contribución a la tauromaquia ha sido, precisamente, a través de su ganadería, para hacer posible que la afición goce del toro que a ella le gustaba gozar”.

“Esa personalidad que os hace únicas —en referencia a Isabel Liperheide y a su madre— creo que es lo que ha posibilitado que hayáis conseguido algo tan difícil de lograr como son la admiración y el respeto de la afición. La ganadería de Dolores Aguirre es santo y seña en plazas de Francia donde la exigencia y la ortodoxia es máxima. Además de esas plazas francesas (Vic-Fezensac y Cèret, principalmente) me quedo con Bilbao, con Pamplona y con Madrid. Pamplona no es la que conocimos hace algunos años, pero Madrid mantiene ese grupo de aficionados que guardan la esencia, el criterio y la razón de ser de la fiesta”. A ese reducido grupo de plazas, Isabel Lipperheide añade San Agustín del Guadalix, donde sus toros serán lidiados en la feria del aficionado por Damián Castaño, triunfador en la pasada edición.