Expectación y Decepción

Los tiques agotados muy corriente en el día que hoy celebramos, no conozco ningún domingo que quedara algún boleto suelto en taquilla. Tres conceptos asimétricos y estilos muy afines a la vez, sevillanos todos e inspirados en la torería del Gallo, Belmonte y Chicuelo, fuentes inexorables y con un nexo común la gracia y la estética más conseguida.

Un encierro de Juan Pedro de poco juego y de escaso fondo, correctamente prensentados, no gustó a nadie a Sevilla hay que venir de otra forma, el arquetipo del toro parece inapropiado para esta plaza que en otrora época presumía de las entipadas formas de presentar un toro de lidia, hoy cinco fueron de la ganadería anunciante con sobrero incluido y uno de Virgen Maria muy astifino.

Morante no defrauda, pudo haber encontrado un apéndice en el primero, entregado y algún viaje suelto de una calidad indiscutible con el de Virgen Maria poco pudo hacer, diligente y resolutivo.

Juan Ortega nos enseñó tres verónicas excelentes y rotundas a la vez con la templanza acostumbrada, con la muleta porfió siempre algún muletazo agradecido muy poco duró el toro, en el quinto muy deslucido el veragueño no se prestó a nada.

Pablo Aguado brillantísimo con el capote toda la tarde, verónicas acompasadas y chicuelinas verdaderas con aires del viejo arrabal de San Bernardo, el muleteo de Aguado sin posibilidad de lucimiento, lo único medio destaclable la rivalidad en quites en el sexto entre Morante y Aguado.

Expectación y la decepción unidas de la mano definen una tarde para olvidar, espero y deseo que la historia no se repita.
Real Maestranza de Sevilla.
Lleno no hay billetes.
Morante, ovación y silencio.
Juan Ortega, ovación y silencio.
Pablo Aguado, silencio y silencio.
Destacó el Algabeño con dos pares antologicos.

Crónica de Alfonso Leandro.