Morante en estado de gracia

Morante esperaba apoyado en las tablas a que Lili le cambiara los terrenos al toro, en una estampa antigua que generaban comentarios de desaprobación de algunos en los tendidos, como esperando la enésima morantada, sobre todo por parte de un público ocasional, de sábado de feria que espera que le toque la lotería jugando sólo un boleto en la vida y desesperaba con el torero de la Puebla deseando un nuevo tropiezo y una bronca como la del segundo de la tarde. 

Cuando Lili por fin, le dejó el toro en suerte, pocos de los que allí estaban daban un duro por este sobrero de Garcigrande que sustituía al Torrestrella titular, y en eso empezó el trasteo por alto y ya en el tercer pase la plaza era un clamor, que esperaba que llegara lo que tantas veces se esboza y no llega. Pero esta vez no era así, rompió la música a sonar, con Cielo Andaluz, y se empezó a forjar la faena que desde entonces, ya no sabemos si ocurrió o por el contrario fue producto de nuestra imaginación.

La faena más rotunda de Morante en Sevilla al menos en el siglo XXI, naturales eternos, un cambio de manos colosal, toreo en redondo inacabable, carteles de toros que levantaban a la gente en los tendidos, manos en la cabeza de incredulidad, miradas que se buscan, y Morante mientras tanto cincelando el toreo con mayúsculas. Y así seguía la faena, con un toro que vendía sus embestidas caras, pero que más caro era el torero que tenía delante, que gran toro este Ballestero que esperaba en los chiqueros, para que lo modelara el genio de la Puebla, poniendo los muslos en el sitio por donde la verdad pasa, Morante en estado de gracia.

La faena no es que sea la faena de la Feria, si no que será para siempre la faena de Morante, quizás el último genio de la tauromaquia, esa con la que ya soñamos en el recuerdo, esa que aún se engrandecerá más con los años, el hito inolvidable que borró de un plumazo todo lo que había ocurrido hasta ahora, una faena de dos orejas, que hacía que la gente saliera toreando de la plaza casi una hora más tarde.

Foto: Pagés Artículo de Pepe Luis Trujillo del Real