Roberto Domínguez se desvincula de Roca Rey y del toreo.

CARTA DE ROBERTO DOMÍNGUEZ

Gracias y adiós

Los toreros tenemos una forma muy particular de valorar el mundo que nos rodea cuando estamos en activo. No sabemos administrar bien el tiempo que dedicamos a los aduladores, consejeros y oportunistas que se acercan atraídos por el aroma del éxito. A veces nos damos cuenta tarde del poco tiempo que dedicamos a escuchar a quienes realmente nos dejarán huella.

Tengo que reconocer que he sido un privilegiado en este sentido porque, después de retirado, el toreo me ha dado la oportunidad de tener ese tiempo para valorar mejor lo que realmente merece la pena. Por eso creo que ha llegado el momento de agradecer lo mucho que me ha aportado este mundo taurino, a pesar de haber tenido fama de huirlo y vivirlo de una manera atípica.

Quedan muy lejos los años de infancia soñando con ser torero, las dos décadas como profesional saboreando los éxitos y aprendiendo de los fracasos, los cinco años detrás de los micrófonos de Vía Digital valorando lo que mis compañeros hacían en el ruedo, incluso los once años al lado de Julián López “El Juli” en época de maduración, dudas y triunfos. Mucho más reciente está el aprendizaje junto a Andrés Roca Rey, torero atípico, a quien agradezco que en un momento crucial de su carrera haya querido mi opinión a su lado.

Y yo, que siempre he sido crítico con las despedidas y con la tentación de aprovechar el impulso del último tren, siento ahora la necesidad de cerrar de esta manera el capítulo taurino de mi vida.

Creo que ha llegado el momento de dar la razón a todas esas críticas y elogios que hablan de mi buena suerte. Una suerte que tiene nombre y apellidos, la de quienes me acompañaron en cada etapa. Mi tío Fernando Domínguez, profesor de vida y toreo; Fernando Fernández Román, a su lado aprendí otra manera de contar el espectáculo taurino que los profesionales no llegamos a ver cuándo estamos en el ruedo; Julián López “El Juli”, porque siendo tan joven y con la batuta de mando del torero, puso en mí su confianza ciega, valorando cada uno de mis aciertos y aceptando mis errores; Andrés Roca Rey quien me ha enseñado una nueva manera de caminar por la vida y mandar en el toreo, con la ruleta rusa diaria de su entrega desnuda y desgarrada, sin importarle las circunstancias ni la condición del toro, imponiendo su ley. La ley que ahora impera en las nuevas generaciones de aficionados que vuelven a creer en el desprecio absoluto al riesgo, en el ídolo, en el héroe.

Quiero agradecer también a todos los empresarios taurinos con los que he tratado y que siempre me han respetado, entendiendo que mis exigencias y muchas veces intransigencias estaban motivadas única y exclusivamente por defender a quienes habían confiado en mí. A todos los ganaderos, que han comprendido que por encima de la amistad y de mis gustos personales, siempre ha prevalecido el toro que mejor podía contribuir al éxito del torero al que representaba en cada momento. A todas las cuadrillas y a todos mis compañeros cuya admiración se ha agrandado con el tiempo. Y sobre todo a los aficionados, que en todas estas facetas y durante tantos años, han sido el acercamiento diario al mejor recuerdo.

El 25 de julio del 2023, Andrés tuvo un dramático percance en Santander del que milagrosamente salió ileso, siendo junto con la cornada de Julián en la feria de abril del 2013, los peores momentos taurinos de mi vida. Cuando me acerqué a la barrera para preguntarle cómo se encontraba, con la mirada perdida me dijo: “No me explico por qué no me ha pasado nada”. Hoy recupero las palabras que le dije entonces. “Tú siempre vas a tener suerte porque te la mereces”. Un documento inédito que recoge la película “Tardes de soledad” de Albert Serra. Documental que, gracias a Andrés, ha vuelto a despertar el interés de la intelectualidad por la tauromaquia, pasando del debate tópico a una reflexión mucha más profunda.

Por detalles como éste, deseo que los aficionados y la crítica comprendan la importancia y responsabilidad que tiene Andrés y sepan reconocerle como bastión absoluto de la tauromaquia mundial y enlace fundamental con las nuevas generaciones de aficionados.

Roberto Domínguez