La historia de este torero es muy curiosa y, aunque nació en Sevilla desde niño vivió en Huelva, concretamente en la calle Valencia y siguiendo la estela familiar se hizo torero, compartiendo los primeros momentos de su carrera profesional con Miguel Báez “Litri”, produciéndose una gran rivalidad entre los partidarios de uno y de otro en tierras onubenses. Sin embargo, tras su alternativa, Juan Barranco Posada nunca actuó como matador de toros en ninguna corrida y tan solo lo hizo en tres festivales.
Su nombre se barajó como uno de los componentes del cartel de la reinauguración de la Plaza de La Merced en 1984 pero, sin embargo, no se materializó. No obstante, su nombre está vinculado a esa efeméride por cuanto fue el primero pregonero taurino de las Fiestas Colombinas.
Su primer paseíllo en Huelva lo hizo el 28 de marzo de 1948 actuando con José Utrera “Costillares” y Miguel Báez Litri, quiénes lidiaron erales de Esteban González. Juan saludó a su primero con unas primorosas verónicas que arrancaron una gran ovación. Con la muleta toreó con la derecha con mucho arte y finura, terminando la faena con manoletinas. Pinchazo y estocada para cortar las dos orejas. En el otro, volvió a lucirse al veroniquear, para realizar una faena extraordinaria, alegre y variada, entre los cuernos, muy vistosa y elegante por lo que a matar de media estocada se le conceden otras dos orejas.
El 11 de abril junto a Costillares y Pepe Barrera para lidiar erales de Arias de Reina. Juan Posada refrendó ante su afición la excelente impresión dejada el día de su debut. En esta ocasión se mostró enterado, dominador y artista con sus dos novillos a los que les hizo la faena que por sus condiciones requerían. Siempre estuvo variado y alegre, dando la nota de valor en todo momento y ganándose calurosas ovaciones. Obtuvo una fortísima ovación de su primero y los máximos trofeos del otro.
El tercer paseíllo lo hizo el 6 de junio junto a Niño de la Isla y Litri con reses de José Escobar. Juan Posada obtuvo otro gran triunfo al estar muy torero durante toda la tarde en la que debutaba con caballos. Con el capote realizó una labor excelente moviendo los brazos con garbo. La faena de muleta al tercero fue excelente, dominando con arte a un enemigo con la cara alta. Al matar dio la vuelta al ruedo. En el que cerró plaza, Juan Posada se jugó el pellejo haciendo una superior faena con mucha exposición, pisando el terreno del toro y sabiendo lo que hacía, especialmente cuando toreó al natural en lo que corrió la mano muy bien. Pero la poca fortuna a la hora de matar le hizo perder los máximos trofeos.
Volvió a su plaza el 5 de septiembre haciendo el paseíllo junto a Ali Gómez y Francisco Astasio Quinito para lidiar novillos de José María Lancha. A Juan le tocó el lote más pequeño y menos apto para la lidia. Realizó dos corta faenas con brevedad y limpieza dada las condiciones de su oponente recibiendo muchas palmas.
Cerró la temporada el 10 de octubre lidiando novillos de Juan Belmonte junto a Quinito y Litri. El ganado no dio muchas oportunidades para el disfrute de los aficionados. Juan Posada estuvo muy valiente en su primero, pero falló a la espada siendo muy ovacionado. En el otro, faena breve para pinchazo y estocada y de nuevo sonó una fuerte ovación.
En la campaña de 1949 actuó en dos ocasiones. La primera el 12 de junio junto a Juan Mejías Bienvenida y Litri con reses de Joaquín Buendía. Tarde muy completa de Juan Posada que estuvo muy por encima de las condiciones de sus dos oponentes, ganándose las ovaciones del público cuando toreó tanto con el capote como con la muleta, ganándose justamente los máximos trofeos en sus dos novillos.
Volvió para las Fiestas Colombinas y actuó en la tarde del 7 de agosto para lidiar novillos de José de la Coba con el rejoneador Ángel Peralta, Julio Aparicio y Litri como compañeros de cartel. En esta ocasión Juan realizó dos faenas muy valientes. A su primero, lo toreó espléndidamente con el capote y brillando en un quite de frente por detrás. Faena de muleta con series de redondos y naturales de gran finura acompañado de la música. Necesitó de tres entradas y de dos descabellos por lo que cambió los trofeos por una triunfal vuelta al ruedo. Repitió su actuación en el que cerró plaza en el que de nuevo falló con los aceros siendo muy aplaudido.
Después llegaría su alternativa y su alejamiento de la Plaza de Toros de Huelva a la que retornó el 18 de julio de 1954 para participar en el festival a beneficio de los padres del difunto Rafael Carbonell. Intervinieron el rejoneador Juan de Dios Pareja Obregón, Miguel Litri, Juan Posada, César Giron, Manuel Franco Cardeño y Alejandro Arnó “El Venezolano” que lidiaron reses de distintas ganaderías. Emotiva y vibrante actuación de Juan Posada que obtuvo las dos orejas, el rabo y una pata de su oponente.
Antes de la clausura de la plaza de Las Colonias, Juan Posada intervino en un festival que tuvo lugar el 10 de marzo de 1968 en el que actuaron el Conde de San Remy, Miguel Litri, Juan Posada, Antonio Chamaco, José Manuel Inchausti “Tinin” y Juan Carlos Beca Belmonte con ganado de diversas ganaderías. Juan, que lidió un novillo de Carlos Urquijo, hizo gala de su toreo peculiar, llegando con facilidad a los tendidos gustando sus maneras cortó las dos orejas y el rabo.
Su último paseíllo en tierras onubenses tuvo lugar el 8 de diciembre de 1969 en La Plaza Monumental a beneficio de la Real Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Huelva. En el actuaron Julio Aparicio, Miguel Litri, Juan Posada, Antonio Chamaco, Jaime Ostos, Paco Camino, Sebastián Borrero “Chamaco II” y Gabriel Puerta con reses de Carlos Urquijo. Juan Posada sacó a relucir su toreo preciosista, con magníficos lances y una faena muy clásica, siempre llevando embebido a su enemigo en los vuelos de la muleta por lo que, al concluir su labor fue premiado con una oreja.
Después, durante muchos años ejerció la crítica taurina en diversos medios de comunicación además de escribir varios libros taurinos y encauzar la carrera de su hijo Antonio como novillero. Como continuadores de la dinastía tiene dos nietos matadores de toros.
Artículo de opinión Vicente Parra Roldán.