VICENTE PARRA ROLDÁN
El mundo del toro siempre ha sido muy generoso con los necesitados y, en numerosas ocasiones, ha salido al frente para tratar de paliar esas difíciles situaciones. En nuestra ciudad, son múltiples los ejemplos de la organización de festivales taurinos de carácter benéfico con muy distintos fines.
La “Campaña de Navidad”, que desde las instituciones oficiales se ponía en marcha cada año, ha sido el destino de más de un festival. Hoy vamos a fijarnos en el celebrado hace cincuenta años, concretamente, el 20 de noviembre de 1966 y en el que Julio Aparicio, Miguel Báez “Litri” y Paco Camino actuaron, ante novillos de Joaquín Buendía, en la plaza de Huelva.
Cuando los toreros se preparaban para hacer el paseíllo, recibieron la visita del Obispo de la Diócesis, Monseñor García Lahiguera que quiso agradecer a los actuantes su generosidad con los necesitados onubenses.
Con la plaza llena a rebosar, comenzó el espectáculo en el que las reses de Joaquín Buendía, además de una excelente presentación, tuvo bravura, casta y nobleza además de fuerza que fueron generosamente aplaudidos en el arrastre y que posibilitaron el éxito de los actuantes.
Julio Aparicio, que cortó una y dos orejas respectivamente, estuvo torerísimo toda la tarde. Ejecutando un toreo hondo con la muleta, dominando en sus largos naturales. Si bien estuvo en el que abrió plaza, mejoró su actuación en el cuarto y, aunque necesitó de un pinchazo y una estocada, logró los dos apéndices con los que fue aclamado en la vuelta al ruedo.
Se lució “Litri” en los lances de recibo y en un quite por gaoneras después de que Ambrosio Martín se hubiera lucido al picar. Miguel comenzó con cinco estatuarios quietísimos y, dando distancia a su oponente, lo embebió en tres redondos impecables para seguir por naturales y manoletinas para dejar un pinchazo y un descabello que le valieron las dos orejas. En el quinto, le ejecutó tres buenas series de naturales en una faena que no pudo ir a más por las molestias en la mano derecha que sufría el torero y que acusó a la hora de matar en el que necesitó de varios intentos por lo que todo quedó en palmas.
Fácil, majestuoso, pausado, con cadencia y exquisitez se mostró Paco Camino durante toda su actuación. En su primero realizó una asombrosa faena con ambas manos que culminó con una gran estocada y le fueron concedidos las orejas y el rabo. En el otro repitió su actuación ante un público que se había entregado pero, en esta ocasión, no mató bien, y también fue aplaudido.
En suma, fue una gran tarde en lo taurino (y, por supuesto, en lo económico), por lo que el público se lo pasó en grande aunque el mal uso de los aceros impidió que se cortasen más trofeos, pero los espectadores pudieron gozar con el buen toreo realizado por los actuantes.