Preciosa estampa lució el segundo de la tarde, un toro ensabanado muy en el tipo de la casa Osborne. Lo recibe el Cid a la verónica con cadencia, y ya el toro muestra su buena clase y ritmo. La faena del torero, exquisita. Rememora al torero de los grandes momentos, pero con un poso de madurez y templanza aún mayor. El toro, fácil para estar delante, exige suavidad en su trasteo, y ahí radica la mayor dificultad de la faena, ni un solo tirón, ni un trallazo, todo suavidad, para encelar al toro en la franela. Refrenda la faena una estocada entera y se le conceden las dos orejas.
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